«La emboscadura» de Ernst Jünger es el libro político para las personas que se piensan y sienten, sobre todo, persona singular… – Esto fue lo que dije tras reposar la lectura acerca de la tercera figura, de la resistencia en el diagnóstico jüngeriano de este mundo que ya cambia, pero no tanto. Continuar leyendo
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La pasividad receptiva contra el sujeto dualizado
*Lectura previa recomendada: «La importancia de la autenticidad para una filosofía práctica»
La concepción dualista del sujeto produce a nuestro parecer serios problemas y contradicciones en el seno de la conciencia humana de individuo. El dualismo supone la distinción mente-cuerpo – de origen cartesiano -, prisma a través de cuya mirada ha producido históricamente funestas consecuencias en tanto ha provocado la distinción volitiva – que puede apreciarse en el ideal ascético – por el cual, las pasiones, con origen en el cuerpo, son juzgadas como perniciosas en tanto «esclavizadoras», al no provenir de la voluntad racional, siendo asimiladas al pecado en las caracterizaciones religiosas-. Frente a estas, la voluntad racional, vista como única instancia garante de la libertad del individuo, tiene por objetivo luchar contra dichas pasiones.
Este modelo suscita fuertes fricciones en el individuo, como veremos a continuación, el cual se ve obligado a reprimir pasiones tan legítimas como su capacidad de razonar, en virtud de una determinada conceptualización del carácter humano. Para caracterizar está dinámica contraproducente resulta interesante extraer las consecuencias de articular la dinámica por la cual reconocemos nuestra identidad bajo este prisma dualista, lo cual nos desvelará perspectivas poco apetecibles: Continuar leyendo
La importancia de la autenticidad para una filosofía práctica
¿Cómo debe uno vivir? Esta importante pregunta filosófica ha tenido tradicionalmente dos enfoques que, a la luz del pensamiento contemporáneo, nos resulta imposible aislar: Por un lado, la tradición socrático-aristotélica ha enfocado la reflexión como medio para perseguir el fin último de la felicidad, por otro, – teniendo en Kant el máximo exponente del ideal ascético que hereda la concepción moral de la religión – la modernidad ha dirigido los esfuerzos de la reflexión hacia el justo obrar, el cual culmina parcialmente en un concepto que reconoceremos fácilmente como importante, la responsabilidad. Nos resulta bastante intuitivo comprender lo inapropiado de la rigidez de cualquiera de ambos enfoques, y que para responder a la pregunta por el modo de vivir, resulta necesario articular nociones que aúnen ambos intereses.
Es en esta linea en la que la noción de autenticidad que plantea Bernard Williams resulta muy explicativa; dicha autenticidad, que consiste en la fidelidad a una identidad personal, debe comprenderse como un valor fuertemente ligado a un vivir que trata de colmar las expectativas de un sujeto en cuanto a felicidad y responsabilidad. Ahora bien – hete aquí la dificultad – ¿como funciona la creación de una identidad? y ¿de que manera podemos generar una acción acorde a ésta? Continuar leyendo
Matar a un mandarín chino: la atenuación moral de la distancia
Los sentimientos morales, como la compasión, el temor o el remordimiento, se presentan de manera mas aguda cuando el protagonista del suceso observado comparte con nosotros una cercanía de algún tipo, sea de edad, condición, costumbres, estado o linaje. Y lo que esto significa, invirtiendo la óptica, es que los sentimientos morales son menos intensos conforme aumenta la distancia, lo que nos separa; y aunque no todas las distancias son iguales, la sociedad globalizada ha rebasado ciertos límites morales en su constitución, solo en virtud del efecto de esta distancia, sobre la cual, creo, es necesaria al menos un momento de reflexión. Continuar leyendo
La debilidad
Existe un dios cruel que te depara solo cariños de postración, momentos en los que su caricia te doblega demostrando quien manda, y te arroja al suelo para que saborees en el vientre tu natural caminar. Porque en la ficción cotidiana uno se siente seguro – rezo cada día a mi imaginación para que me mantenga lejos de la realidad – y, sin embargo, a veces se hace la luminosa oscuridad en su voluntad, y te quedas sin fuerzas: amaneces solo con la seguridad de estar cansado, y la inmediatez de la muerte como motor de un pensar oscuro. Continuar leyendo
Pensando frente a la fiera
Tal día como mañana me sentiré andante. Saldré a pasear, me temo, por el bosque de los charcos breves, y descansaré la vista sobre el horizonte vertical de la troncalidad sedante. Me arremangaré hasta el codo, me pondré los guantes; calzaré las botas altas de goma amarilla y el pantalón respuesta. Seré la sonrisa del iluso hijo de un mercado, y quizá, si hay pan caliente en la mañana, alargaré mi paseo hasta jornada bebiendo vino joven de bodeguero torpe. Me dejaré seducir por la incredulidad, pese a conocer mil árboles, y abriré sendas para que mi leve mochila las cierre, mas no pretenderé no haber partido, sino ser habladuría de pimpollos y ratones. Seré el paso mas lento del cornudo peloteo. Continuar leyendo
Lo político de los universales.
Desde el discurso político siempre se insta al ciudadano a acometer el juicio de determinadas medidas políticas adoptadas, o de sus consecuencias prácticas, desde unas bases que se pretenden inamovibles, es decir, desde algo que es, que supone un marco de objetividad y referencia desde el que pueden caber ciertas interpretaciones sobre como proceder, y que dan lugar a diferentes posturas políticas, pero que tienen una base común y clara. Esta base común y clara no es otra cosa que una base cultural hegemonizada, de la cual se pretende desprender cierta legitimidad precisamente por su condición de universal. Sin embargo, lo universal, lo comúnmente aceptado, no siempre lo ha sido en otro tiempo, y la homogeneización cultural es producto de una labor política; el universal es por tanto en su especificidad un contenido político. Continuar leyendo
Coherencia complaciente: un valor cuestionado
Quizá por la configuración que históricamente ha adoptado la sociedad occidental, parcialmente influenciada por el racionalismo y positivismo de la modernidad, damos una importancia capital a la coherencia en muchos aspectos, y especialmente en los aspectos morales y políticos. Una coherencia, como reza la RAE en la acepción que nos interesa, entendida como: «Actitud lógica y consecuente con una posición anterior».
Ciertamente, al pensarlo, admitimos con facilidad que nos parece un valor poderoso; ser coherente es importante, hacer lo que se dice, y hacer lo que se hizo. Sin embargo, en mi opinión, la exigencia de coherencia que nos hacemos a nosotros mismo y a los demás, tiene una importante carga de complacencia. No significa esto que intente yo arrebatar a la coherencia su valor social, pero creo que ahondar en ella nos permitirá comprender mejor su carácter complejo. Continuar leyendo